jueves, 5 de noviembre de 2009

TAREAS SOLIDARIAS QUE SE VEN DESBORDADAS

NO ALCANZA CON SACIAR EL HAMBRE

La impotencia domina a coordinadoras de comedores comunitarios que brindan alimentos diarios a niños y adolescentes argentinos, cuando observan que la marginación en la que viven sus familias les tiene marcado el futuro.

En el comedor Las Brujas, del municipio de Moreno Pcia. de Buenos Aires, Isabel Ruiz, la coordinadora atiende a 250 niños y adolescentes que además a algunos les dan la vianda para la noche. Sin embargo no es suficiente este suministro, existen otros aspectos a tener en cuenta. La falta de empleo y educación de los padres los colocan ante riesgos muy concretos que acechan en los sectores marginales: el consumo de drogas y la delincuencia.

"A partir de los cinco años, los chicos van medio día a la escuela y el resto del tiempo están en la calle. Los perdemos. Nada los motiva ni nadie los contiene", asegura.

En San Fernando al norte de la capital la situación no es muy diferente. Esther Bezek lleva 20 años en tareas comunitarias, "Las madres son mugrientas, ignorantes, cómodas. Mandan a los chicos a vender droga o cartón y les pegan si no traen plata", describe con resentimiento.

En el comedor Corazones de América, que ella organizó primero en su casa y luego en un local, recibe a 250 niños de lunes a viernes. "Por acá ya pasaron tres generaciones, a muchos pudimos salvarlos, pero otros se nos escapan de las manos sumidos en la droga y la delincuencia", relata desesperada. Los niños del comedor devienen en adolescentes ebrios o víctimas de las drogas, dice.

"La falta de trabajo de los padres es un problema, pero para mí es peor cómo se fueron acostumbrando a que les demos todo. A mí acá me preocupa más la droga que el hambre, porque alimentos conseguimos y desnutridos no tenemos, pero la droga nos está matando a los jóvenes que alimentamos", asegura.

En 2004, encabezó una campaña para conseguir que el área de minoridad de la provincia de Buenos Aires le cediera un terreno baldío en el municipio de Campana para instalar allí una granja destinada a la recuperación de adictos.

"Como nadie nos hacía caso, fuimos con grupos de jóvenes de distintas iglesias y ocupamos el terreno con una carpa (tienda). Al tiempo, distintas empresas nos donaron maderas y materiales y levantamos la granja educativa para 10 adolescentes, con huerta, horno de pan, cerdos, gallinas, conejos…", recuerda emocionada.

El trabajo de recuperación estaba a cargo de un grupo de voluntarios, pero al cabo de un año, la mitad de los 10 jóvenes que vivían allí no lograron recuperarse y delinquieron. A uno lo mató la policía. El sitio fue allanado, desalojaron a todos y a Bezek le abrieron una causa penal por "promover el delito" y "albergar delincuentes".

"Después de un tiempo me sobreseyeron, pero esas son las cosas que te enferman y te dan ganas de decir basta", concluye.

ATENCIÓN MUNICIPIOS
Las oportunidades de trabajo y la educación son fundamentales para quebrar esta situación de pobreza. La calle no es el mejor lugar para los niños. Los comedores son para una emergencia temporaria no es una solución, los municipios deberían organizar talleres y escuelas para adultos donde puedan aprender un oficio. El comedor es un buen lugar para detectar las situaciones particulares y buscarles una solución.

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