domingo, 21 de abril de 2013

INFORMA UN DIARIO DE LA PLATA

El flagelo de la desnutrición infantil sigue produciendo tragedias no sólo en varios países de América latina, sino que, desde hace ya muchos años, se ha presentado en forma alarmante en nuestra propia ciudad. Está claro -como aquí se ha remarcado en reiteradas ocasiones- que no es un drama que sólo golpea en zonas lejanas del norte argentino. También en el Gran La Plata, en barrios carenciados, a pocos minutos del centro, los índices de desnutrición entre los chicos son francamente alarmantes, tal como lo han registrado numerosos relevamientos.

Directivos de Unicef señalaron que el subdesarrollo destruye el potencial de los niños y frustra las oportunidades que hacen al mejor progreso de los países. Asimismo, como nota novedosa, la entidad afirmó que el enfoque actual está centrado en la relación existente entre desnutrición y cambio climático, ya que la sucesión de inundaciones catastróficas y sequías hace más difícil la producción de alimentos.


En nuestro país el Estado debería conjugar esfuerzos de las distintas jurisdicciones -la Nación, la Provincia y los municipios- para crear una eficaz red de protección en los bolsones de mayor pobreza. En esa dirección debe apuntar toda la política de asistencia social, en programas coordinados con los sistemas de salud y de educación de las distintas órbitas estatales.
El primer paso debe ser admitir la existencia del problema en toda su magnitud. Y a partir de allí debe ajustarse un plan de emergencia para aliviar, al menos, las situaciones más urgentes.

. El Estado tiene, por supuesto, un rol fundamental en una tarea que no acepta desmayos ni omisiones.


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