COMIENZO DEL COMEDOR NIÑO JESÚS
Chicos en la calle hambrientos esperaban una mano tendida que los amparara y la encontraron Isabel y su familia comenzaron a recibir los chicos de a uno, de a tres o cuatro hasta que fue necesario buscar un lugar y en una casona prestada destinada a demolición empezó a funcionar un comedor para 120 personas pero siguió creciendo hasta llegar a 400.
Ahora se encuentra en un terreno que el gobierno le prestó en Corrientes al 6100 y que está a orillas del ferrocarril.
Hoy llegan 350 mamás y chicos que reciben muchísimo más que algo que calme su hambre. En el comedor aprenden a leer y escribir, montaron un taller de costura y saben que siempre, a toda hora, cuentan con una oreja dispuesta a escucharlas y alguien que puede darles una mano.
"Si no les damos herramientas, nada cambia. Acá damos de comer, sí, pero vamos mucho más allá", agrega Isabel. Ahora las empujan a buscar trabajo en los clasificados y reinsertarse laboralmente.
Se ocupan de casi todo. No sólo les dan bolsas con alimentos. También las ayudan a armar sus casas; a lidiar con cuestiones legales en los casos de violencia doméstica, que son muchos; a equiparse para la escuela y a tener qué vestir.
Sin olvidarse del presente, ahora Isabel no deja de mirar el futuro. Su objetivo son los adolescentes. "Quiero que terminen sus estudios, que puedan completar aunque sea un terciario. Si no, no salen. Si no estudian, no hay cambio", dice.
Con todo lo que vivió en estos años, Isabel escribió un libro. Se llama "El desalmadero" y compila historias verdaderas que arañan el alma y que permiten ver una Argentina muchas veces olvidada. No es un libro para todos: "Es sólo para aquellos que no nos acostumbramos a ver con indiferencia a los pibes revolviendo la basura", detalla.
"Con el dinero que recaude de su venta quiero hacer una cooperativa para nuestras mamás", explica.
Se emociona recordando cómo fueron los inicios en el comedor: "Ahora parece un club de barrio, pero cuando empezamos era muy duro: chicos desnutridos, sucios, mucha violencia".
"Mi sueño es abrir un hogar y ayudar a que tantos chicos solos no vayan a un instituto", se ilusiona.
Mientras tanto, mientras llega la hora de ese sueño, Isabel busca ampliar el taller de costura para seguir capacitando a más mamás. Necesitan máquinas de coser, alimentos, ropa, zapatillas, útiles escolares y, ahora, guardapolvos. Su teléfono es el 4855-1327 y su correo electrónico es romeli@tutopia.com
Fuente: LA NACION
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