La soja pone en riesgo el futuro de la agricultura en el país.
En diciembre del 2003 el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) difundió un estudio en el que advierte que el proceso de monocultivo de esa legumbre -muy difundido en la provincia de Buenos Aires-, «representa una amenaza para el futuro de la agricultura argentina».
EL AUMENTO DE LOS PRECIOS DE LA SOJA PROVOCARON QUE AUMENTE LA SUPERFICIE DE SEMBRADÍO
Esos números indujeron a la extensión del monocultivo de la soja -una práctica que consiste en sembrar soja sobre soja, sin alternar el uso del suelo con otros granos o con ganadería -, en vastas zonas del país, sobre todo en el noreste y noroeste y en la región pampeana. Según Carlos Veguen, presidente del INTA, el uso incontrolado de esta práctica, no sólo produce «desertificación y pérdida de nutrientes» del suelo, sino que tiene consecuencias sociales como el «despoblamiento del medio rural por falta de oportunidades de trabajo», ya que se trata de una práctica que «requiere poca cantidad de mano de obra».
El monocultivo, está hipotecando el futuro del agro. Es que, según explicó el ingeniero Carlos Senigaglese, encargado de investigación del INTA Central, «el monocultivo afecta la calidad de la tierra, ya que aumenta la extracción de dos nutrientes claves: el fósforo y el azufre».
Otra de las consecuencias negativas es la fuerte erosión de la tierra, ya que «como es una forma de cultivo que deja poco rastrojo de superficie facilita la erosión hídrica», por la cual el agua de las lluvias literalmente «se lleva» la mejor tierra de los campos. Pero eso no es todo, Senigaglese explicó que el monocultivo «aumenta también el riego de aumento de las enfermedades de la soja, sobre todo las que afectan a la raíz y las hojas, con lo que, a la larga va a caer el rendimiento de este tipo de oleaginosa».
Según explicó el ingeniero agrónomo José Luis Bodega, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, el procedimiento que se sigue es alternar el trigo, o también la cebada o colza, que se cosechan a mediados de diciembre, con la soja, que «se coloca como si fuera un cultivo de segunda». «En la medida que se respete una secuencia de rotación de cultivos, la soja no hace peligrar el medio ambiente», sostuvo el ingeniero.
Si bien el experto Ing. Senigaglese consideró que «no debe demonizarse a la soja» y que entiende a los productores que «siembran todo lo que pueden para aprovechar los altos precios internacionales», llamó a «volver a la diversificación de cultivos, sobre todo con la reintroducción del maíz y el trigo, combinado con la siembra directa de la propia soja», para evitar daños irreversibles a la calidad de la tierra que produzca.
Fuente: Colon Buenos Aires.com
1 comentario:
Muy buenooo!!!!!
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