Lo dice Bernardo Kliksberg, director del Fondo España/PNUD-ONU* "Hacia un desarrollo integrado e inclusivo", dijo que afecta mucho más a las madres y los niños de los grupos más pobres, las áreas rurales, las poblaciones indígenas y las afroamericanas.
El hambre tiene una característica. Sus efectos sobre las madres anémicas y los niños suelen ser irreversibles.
Los hambrientos aumentaron en 100 millones, y son 1.020 millones. Si una madre está desnutrida puede perecer en el embarazo o el parto, su niño nacerá con un peso y una estatura menores a lo normal y no podrá darle lactancia materna. Se convertirá en muy vulnerable a las enfermedades y su cerebro será afectado.
El hambre es un producto de la pésima organización social del planeta, que puede producir alimentos para una población muy superior a la actual. Señala el Nobel de Economía Amartya Sen: "El extendido hambre mundial está en primer lugar relacionado con la pobreza. No está conectado principalmente con la producción de alimentos". La Unicef resalta: "El hambre no se debe a la falta de comida, sino a la desigualdad y las políticas".
América Latina puede alimentar a tres veces su población actual, por su excepcional dotación de recursos naturales, y es uno de los mayores exportadores de alimentos del planeta.
Sin embargo, el hambre está instalada y en el 2009 aumentó en un 13% respecto del 2008, de 47 a 53 millones de personas. El 16% de los niños, casi 9 millones, padece desnutrición crónica y hay 9 millones adicionales en riesgo de desnutrición. En Centroamérica la desnutrición aumentó en un 50% en la década de los 90, pasando de 5 a 7.5 millones de personas. En Guatemala, el 48% de los menores de 5 años de edad está desnutrido. Honduras cuenta con el peor porcentaje de niños con bajo peso al nacer, el 10% tiene menos de 2.500 gramos.
*PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo)
*ONU (Organización de Naciones Unidas)
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