12/07/2014Deberíamos sentirnos
insultados por el trágico aumento del 20% de la tasa de mortalidad infantil
hasta el 10,7 por mil que coloca a Río Negro en el peor lugar de las provincias
patagónicas, superando el registro de Neuquén en un 41%.
Por Lic. Javier García Guerrero. Ex Profesor
Titular de Economía de la Salud en las Maestrías de Administración y de
Auditoría de Sistemas de Salud de la Fundación René G. Favaloro.
Es un agravio a los derechos humanos que
también la tasa de mortalidad materna rionegrina de los últimos tres años
triplique el promedio de la década anterior, liderando una dinámica nacional que
determina que "la Argentina sea el único país del Cono Sur que no presenta una
tendencia descendente de la mortalidad materna” (Banco Mundial, OMS).
También alcanzamos el segundo incremento
más elevado (+4,2%) en la tasa de nacimientos prematuros en los últimos 10 años
entre 39 países de renta media y media alta. Después de una “Década Ganada” la
tasa de mortalidad infantil argentina es casi el doble que la chilena del 7%, a
pesar de que Chile tiene un médico cada 900 habitantes, la Argentina un médico
cada 200 habitantes aventajando a España (240), Alemania (290), Francia (330),
Estados Unidos (360), Canadá (440), Japón (520) y Reino Unido (600). La carencia
de compromiso real con el aseguramiento de la igualdad de oportunidades a lo
largo del territorio hace que en la Línea Sur existan zonas con un médico cada
1.000 personas y los recursos sean casi medievales.
Respecto del equipamiento y funcionamiento
de los servicios, el Ministerio Nacional de Salud, en 2011, informó que de 585
maternidades valoradas, sólo el 44 % cumplían con las condiciones definidas por
la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un informe elaborado por Unicef
Argentina. La principal deficiencia era la disponibilidad de sangre para las
transfusiones, que sólo se cumplía en el 54 % de los casos. Nuestro país tiene
registrados 472 establecimientos (217 públicos y 165 privados) con oferta de
Terapia Intensiva Neonatal, tres veces más que las que tiene Reino Unido para
atender un número similar de partos, y 16 veces más que las que tienen Canadá o
Chile, la deserción de la responsabilidad regulatoria del estado es
evidente.
La frivolidad de la gestión Weretilneck al
respecto es inaceptable, en 2012 para validar su relato épico de eficiente
administrador dio por finalizada por ley la emergencia sanitaria y anunció que
2014 sería el “Año de la Salud”, afirmando que "el sistema de Salud de Río Negro
es uno de los mejores del país". Aún más grave que el error, su persistencia, el
flamante Ministro de Salud luego de afirmar que “hay que hacerse cargo” de la
crisis sanitaria, de anunciar la reorganización general de la compra de insumos,
la remisión de fondos fijos y un nuevo orden administrativo, confirmó íntegro el
fracasado equipo de la gestión que pretende enmendar al parecer, solo con su
pintoresca presencia.
La mala distribución del equipamiento, las
fallas de la estructura de referencia, interconsulta y derivación, la
incomunicación de los centros de salud, la falta de anestesistas, de
entrenamiento y formación del personal, la carencia de suministros como
antibióticos y control sobre los insumos esenciales como oxígeno y descartables,
la pésima administración y la corrupción, determinan la baja calidad de la
atención sanitaria y resultan determinantes de la tradicional ineficiencia del
gasto sanitario. Por eso nacen niños con sífilis congénita en nuestros
hospitales, tenemos epidemias de tuberculosis o de sarna en las cárceles, por
eso el aborto es la segunda causa de muerte de mujeres con capacidad de procrear
en la Provincia de Río Negro.
La inmensa mayoría de las causas de los
decesos descriptos se pueden prevenir o evitar si tuviéramos políticas públicas
diferentes con los mismos medios y presupuestos que se invierten actualmente. La
marginación se expresa en algunos indicadores epidemiológicos pero no es un
problema que se agote o dirima en el terreno sanitario, es claramente un
problema político ideológico que tiene una expresión administrativa y económica
a su servicio
El aumento de la mortalidad infantil y la
mortalidad materna son indicadores directos de factores que han transformado a
la pobreza en estructural, que han cristalizado la desnutrición, la falta de
acceso al agua potable, la convivencia con la contaminación por falta de
cloacas, de educación, de trabajo e ingreso digno. Por cada año de educación
materna baja un 8,6 % la mortalidad infantil. El impacto de la educación es tan
intenso que en diversas muestras llega a explicar el 42,3 % de la reducción de
la mortalidad infantil en algunos estratos, de manera tal que invertir un peso
en educación tiene mayor impacto para la salud que invertir un peso en el
sistema hospitalario. Hemos triplicado el gasto educativo, los resultados
académicos son cada vez peores. Los efectos sobre el conjunto social son
enormes, un reciente estudio en Mendoza estableció que el 80% de los reclusos
alojados en su cárcel de máxima seguridad, fueron niños desnutridos que no
concluyeron la escuela primaria.
A pesar de ser el país con mayor
disponibilidad de agua potable por habitante, con la única excepción de
Paraguay, la Argentina muestra el menor acceso al agua potable de todo el Cono
Sur. En relación a cloacas y saneamiento se repite el lamentable
posicionamiento pero triplicando negativamente los porcentajes de acceso en
este caso de Chile. Las pérdidas en las etapas de producción y distribución de
agua son del orden del 40 % del total producido, encontrándose en estado crítico
la mayor parte de las poblaciones de Río Negro. La Argentina produce alimentos
para 300 millones de personas, tenemos potencial para abastecer a 1.500 millones
de personas y no podemos evitar que tres de cada cuatro niños argentinos sea
pobre y pase hambre.
No es legítimo aducir falta de recursos
desde la opulencia de los megasueldos para toda la “famiglia” de los capitanejos
locales, dilapidando los gastos reservados, la corrupción de la contratación
directa, los discretos “palos blancos”, los “amados testaferros” y empleados
fantasmas, no hay credibilidad ni autoridad moral.
Las carencias principales son de capacidad
y compromiso, porque no hay que gastar más hay que priorizar distinto, porque
cada peso invertido en prevención equivale a 10 gastados en atención y 100 en
rehabilitación (OMS). Diversos estudios internacionales muestran que cada peso
que se invierte en agua y saneamiento genera un ahorro ocho veces mayor de gasto
en atención hospitalaria. El uso de la cama hospitalaria de un bebé internado
por diarrea estival en un hospital público cuesta alrededor de u$s 300 por día,
erradicar las letrinas mucho menos. Alimentarlos adecuadamente seguramente
también por los menos según afirman las autoridades bonaerenses que asignan $ 6
por día/niño a los comedores escolares de jornada completa que no han excluido
aún.
No es la hora de hacernos preguntas, es la
hora de asumir responsabilidades, de dejar de mirar para otro lado como cuando
el Jefe de Gabinete Jorge Capitanich anuncia entre los 204 objetivos y 272 metas
para su gestión que culmina en Diciembre de 2015 los mismos porcentajes de
mortalidad infantil y materna que anunció el Ministerio de Salud se iba alcanzar
durante el período 2007-2011 como resultado de los planes que entonces tenía
ejecución. Aunque padezcan su verborragia y la reproduzcan, nadie lo escucha,
atiende lo que dice o lo rebate porque ya nadie le cree, ni lo considera
relevante, será porque afirma que en su provincia no hay desempleo o que la
mortalidad infantil se redujo a la mitad en los últimos tres años.
Los nuevos desaparecidos sociales se
mueren porque se prefiere invisibilizar la pobreza, por la cobardía de los
representantes de los pueblos originarios que están comprometidos con otros
negocios, porque cotidianamente aceptamos que no haya sangre ni insumos básicos
en los hospitales, que poblaciones como General Conesa con 8.000 habitantes no
tenga quirófano, que las ambulancias para los traslados de derivación para la
prometida regionalización la tengan que regalar las Fundaciones, las
Cooperadoras o estén sometidas al chantaje de la entrega del petróleo a los
“socios del poder”. Porqué se siguen pagando sobreprecios a la Obra Pública y
megasueldos a audaces y obsecuentes sin capacidad ni decisión para resolver los
problemas. Porque en lugar de hacer obligatoria la enseñanza del lavado de manos
y el hervido del agua se impone la enseñanza obligatoria del tejo en las
escuelas. Porque se colocan placas a Rodolfo Walsh y se olvida que denunciaba en
su Carta a Abierta la Junta Militar que un policía no puede ganar más que un
maestro, como pasa en Río Negro. Porque la descafeinada oposición se dedica a
asegurar la inauguración de cajeros automáticos o a luchar por las emotivas
causas que les financian en dólares fundaciones extranjeras, traducidas en
aplaudidas leyes que nunca se reglamentarán ni aplicarán, porque prima la
ideología de la ventaja. Porque no se atienden las denuncias de las
instituciones intermedias, los reclamos de la Iglesia Católica, de Médicos sin
Fronteras, de UNICEF, porque no hay lugar más que para “el relato”. Cuando las
brigadas que movilizan con pecheras para asegurar los “precios cuidados” hagan
medicina preventiva recorriendo los hogares como hacen en un país hambreado como
Cuba para detectar tempranamente a la población materno-infantil en riesgo
sanitario, o alfabetizando tal vez tengamos como los cubanos 3% de mortalidad
infantil por ahora la “revolución” y la “militancia” pasan por otro lado.